Me contó el violinista Casimiro Granillo que su reto más grande como laudero era entender cómo funciona el alma del violín. Tardé yo tiempo en darme cuenta que no hablaba en lo abstracto, sino de una parte de la estructura interna del violín, la pieza atravesada que se coloca debajo de la tapa y que se llama así, ‘el alma’.
Hace años pedí que me hiciera un violín para el cumpleaños de mi hijo. Lo terminó con nueve meses de retraso pero con un corazón escondido debajo de la tela con la que había forrado el estuche.
Casimiro es un personaje controvertido en el mundo actual del son huasteco; no tiene su propio trío: “necesito confiar en la gente”, explica. Luego lo piensa más y añade: “no quiero tener un trío cualquiera”. Cuando lo necesita, habla con dos excelentes músicos, los primos Esteban y Augusto San Agustín y se acoplan bien como el trío Real Hidalguense, como se escucha en los dos temas incluidos en esta antología.
Igual que Esteban, Casimiro nació en Chicamole, municipio de San Bartolo Tutotepec, Hidalgo, en 1976. Cuando decidió lanzarse como músico, trabajó durante dos meses como mariachi pero salió, explica, porque le desesperaba el sonido tan pulido y los violines chillones.
“El violín debe de sonar grueso, pastosote, con un sonidazo, pues un violín chillón no se escucha, debe de sonar fuerte, gordo, grave” .Rebautizado en Xilitla como “el arco loco”, Casimiro aprendió a tocar el violín escuchando los cassettes de Harmonía Huasteca y Sierra Hidalguense, ya que el son huasteco no estaba tan presente en esta parte de Hidalgo en aquel entonces. Cuando escuchó un disco de Heliodoro Copado supo que éste era su mentor y lo fue a buscar a Ciudad Valles. Se instaló en una casita que le prestó el mismo Copado pero no pudo aprender mucho, “ya estaba mal de salud, casi no tocaba. Solo me enseñó unas vueltas de El Caballito; una partecita”.
Casimiro critica apasionadamente a los huapangueros actuales que son, según él, “cancioneros”, que tocan demasiados corridos, boleros y baladas para realmente merecer su lugar entre los tríos huastecos. Al mismo tiempo, fue Casimiro quien, al escuchar Ojalá que Llueva Café, arregló este tema de Café Tacuba para que luciera de verás el violín huasteco. A quienes andan en el podio de los ganadores, no les gustó esta irreverencia aunque el público en las fiestas se lo pide mucho.
Mientras predica por el huapango puro, Casimiro insistió en que escucháramos un arreglo suyo de “La malagueña”, presentado aquí en el CD2-21. Suena muy novedoso, aunque lo que hace es jugar combinando la versión comercial que fue popularizada por cantantes rancheros de los años cincuenta, en especial por David Záizar, con la interpretación del son tradicional huasteco. Además de tocar el violín, Casimiro produce un sorprendente falsete sostenido. El otro son que él interpreta con el trío, “El caballo” (CD1-21) incluye las letras compuestas por Casimiro. “El caballo” muestra que, además de ser violinista, laudero, cantante, compositor y arreglista, tiene un buen sentido de humor.
Texto de Mary Farquharson, publicado en el libro-CD El gusto
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