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El armónico de Compay Segundo

“100 años de Compay” es una entrevista íntima con Máximo Francisco Repilado Muñoz, mejor conocido por el mundo como Compay Segundo. La conversación fue producida y musicalizada para radio por Eduardo Llerenas, para ser transmitida en el centenario del compositor de Siboney, quien nació el 18 de noviembre de 1907. Algo que queda claro durante la charla es que Compay no irrumpió a la fama a los 90 años con el fenómeno “Buena Vista Social Club”. Es exactamente al contrario: cuando convergen las coordenadas tiempo y espacio del disco ganador del Grammy en 1998, Compay ya era una leyenda que tuvo uno de sus auges (porque fueron varios) en los años 50 del siglo XX. Más aún: en los años 40 había tocado con potestades cubanas como Miguel Matamoros, Ñico Saquito y Benny Moré. Bueno, era tal el peso específico de Compay en la música de la isla, que cuando Ry Cooder lo conoce no dudó en llamarlo “El Jefe”. Pero estamos adelantando vísperas. La entrevista realizada por Eduardo Llerenas tuvo lugar en 1987, antes de que Compay siquiera imaginara que su talento quedaría registrado en el disco de “Buena Vista”. El escenario fue la casa del músico en la Calle Salud, en La Habana. En esa conversación fresca, Compay habla de cuando visitó México, en 1938, cuando Lázaro Cárdenas era presidente, “cuando la expropiación de los pozos petrolíferos”; recuerda que participó en dos películas: “Tierra brava”, dirigida por René Cardona, y “México lindo”, dirigida por Ramón Pereda. Además de que rememora con gusto, “Me comí ahí un mole de guajolote”, recuerda perfectamente que el platillo lo cocinó María Félix, además de que confiesa entusiasmado: “Tomé tequila y tomé pulque curado”.
Por su parte, Eduardo Llerenas enfatiza que en lo que duró la conversación, Compay abrazó su instrumento, ¿su guitarra? Es posible. Compay ofrece mayores datos del instrumento que siempre lo acompañó: “Soy creador de esta guitarra. Nadie toca esta guitarra más que yo. Tiene siete cuerdas. Tiene una pareja en sol, en octava, tiene dos cuerdas. No tiene cuerda sexta, tiene cuarta, porque va en octavo”. De hecho, la guitarra que Compay describe es el “armónico”, un instrumento inventado por él. En efecto, un híbrido de siete cuerdas entre la guitarra española y el tres cubano. Guitarra en su origen, o quizá sea mejor decir en su armazón, el instrumento aspira a imitar el timbre del tres adicionando una cuerda octavada en la tercera cuerda (sol). El resultado es el “armónico”, nunca un nombre tan apropiado para un instrumento, sobre todo cuando, al ser tocado por Compay Segundo, un mundo de eufonía inunda la atmósfera, con un sonido tan claro, “real”, que casi se podía cortar un pedazo de él y colgarlo en la pared dentro de un marco de hoja de oro.

Disfrútalo en:

https://itunes.apple.com/mx/album/buena-vista-social-club/id378188565?ign-mpt=uo%3D4

 

 

Los Jubilados

Los Jubilados

Los nueve músicos que integran Los Jubilados cuentan que, en 1997 se formaron como grupo musical por dos razones: por un lado fue por la necesidad y por otro, su opinión de que los jóvenes a quienes habían dejado paso, no tocaban esta música tan bien como ellos. Así regresaron a las tablas, empezaron a tocar los viejos sones y boleros de su generación, e inmediatamente empezaron a ganarse públicos de edades e historias muy diferentes. No se trata tanto de la grata sorpresa de ver a nueve viejos — varios bisabuelos entre ellos — moviendo las caderas en el escenario y preguntando, con voces roncas de tanto bien vivir, “¿quién será la dueña de mi amor?”, sino se trata de un arsenal acumulado de talento y una gran capacidad para interpretar una música que, al final de cuentas, marcó el siglo 20 no una, sino dos veces. “Mi maestro es la calle,” dice el director de Los Jubilados, Mario Caracasés, “eso no se aprende con papeles, está en las venas, en la sangre.” De joven, cuando el son se tocaba en grupos de cuatro o cinco músicos, Mario andaba en la calle, escuchando a los buenos, “buscando la calidad.” “Es una gracia que uno tiene aquí en el cuerpo, en la mente.” Con la llegada de las orquestas de baile, se fijaba en Bienvenido Granda, en Chapottín, en la Orquesta Aragón, entre otros. Como los demás integrantes de Los Jubilados, Mario pertenecía a las orquestas más importantes de su natal Santiago de Cuba y fue fundador del Cubanero, donde hacía segunda voz a la primera de Juan Gualberto ‘Bebeto’ Ferrer, a quien sigue acompañando, medio siglo después. Cero Farandulero, el primer disco de Los Jubilados, grabado poco después de su formación, ganó el Premio Especial Cubadisco 1999 y ahora el grupo empieza a recorrer los mismos teatros y festivales que son las segundas casas de los miembros del Buena Vista Social Club. En su primera gira por México, en mayo de 1999 hicieron llorar a Oscar de León, y conquistaron al público mexicano en la calle, en los salones de baile y en los teatros neoclásicos del Bajío. En el 2000, Los Jubilados regresaron con un segundo CD, ¡Óyeme Cachita!; un disco con más potencia, con más swing, como dicen en Santiago. Aunque cuatro integrantes del grupo son compositores reconocidos, para este disco interpretan 13 temas de su juventud, que reinventan con un estilo muy propio y, por lo menos en Santiago de Cuba, claramente identificado con ellos. El concepto de tocar ‘covers’, no existe entre los buenos soneros de Cuba porque cambian los arreglos, las letras y el espíritu de cada son según su propia inspiración. Cuando Afro Cuban All Stars toca “Alto Songo” se puede escuchar toda la sofisticación de una gran orquesta habanera. El mismo son interpretado por Los Jubilados es otra cosa; las letras improvisadas, la descarga en trompeta y tres, los coros y la instrumentación están directamente conectadas a la energía y la espontaneidad del puerto de Santiago. El son original ofrece la estructura musical sobre la cual el cantante se lanza, espontáneamente, a contar historias reales e imaginadas del señor que fue lechero, carbonero, funerario y boticario hasta llegar a ser un cantante internacional. Del autor de “Alto Songo”, Luis ‘Lilí’ Martínez, Los Jubilados interpretan cuatro sones más: “Quimbombó”, “Camagüey”, “Busco a otra” y “Rompe saragüey”, este último un afro-son que está profundamente inspirado en la santería. Considerado como uno de los pianistas cubanos más importantes del siglo 20, Lilí nació en Guantánamo, donde se hizo músico sin clases ni pentagrama. Igual que Rubén González, Lilí fue, durante varios años, el pianista de la orquesta de Arsenio Rodríguez. En este disco hay dos pregón-sones, género muy favorecido entre los soneros santiagueros, quienes evocan, a veces con doble sentido, el espíritu de los vendedores callejeros de mangos, cacahuates, dulces y muchos más productos apreciados en la vida diaria. “El panquelero” es tal vez el mejor conocido de estos dos, aunque “Camaroncito seco” se interpreta mucho en la Casa de la Trova de Santiago de Cuba. Entre los bolero-sones (“un bolero al que ponemos un estribillo para hacerlo más guapachoso,” explica Mario) están dos clásicos: “Quien será” de Arsenio Rodríguez y “Murmullo” de Electo Rosell, ‘Chepín´. Los Jubilados tratan los dos temas con una irreverencia típica de ellos e, inconscientemente, los inyectan con sangre nueva. “Murmullo” abre con un tono casi cursi, su suave melodía apoyada en una trompeta con sabor a Hollywood de los años 50, para luego romper con un montuno escandaloso:

Ponla aquí ponla allá
ponla donde quieras
pero pónmela

La historia se repite en “¿Quién será?” Bebeto empieza preguntando, con mucha pasión y seriedad, quién será la dueña de su amor. Justo cuando las parejas han sido seducidas por esta pregunta universal, llegamos al estribillo que es prueba cabal de la gran imaginación santiaguera:

los reyes del cielo te van a traer,
un muñequito que te haga reír.

Los Jubilados de igual manera dejan su huella, en otro tema clásico, “Suavecito”, el son compuesto por Ignacio Piñeiro en 1930. Al principio respeta la letra y el espíritu del son original pero el montuno rompe de nuevo con lo que el público hubiera esperado y el coro canta un contagioso estribillo que lo distingue fuertemente de la versión habanera: suave nena, suave, suavecito… muy a lo santiaguero. El bolero “La virgen de Guadalupe” es una composición de un viejo trovador de Santiago, Gerbert Bordes, quien nunca ha visitado México. Conocido localmente por su gran imaginación, lo compuso a petición de su hijo quien trabaja en una ONG y quería dedicarlo a sus colegas mexicanos. Padre e hijo investigaron la historia de la Virgen y Gerbert compuso el bolero. Finalemente, la guaracha que da título a este CD, “Cachita”, conocida composición del borinqueño Rafael Hernández, no era parte del repertorio original de los veteranos sino que lo montaron hace poco, a petición de los múltiples extranjeros que visitan Santiago de Cuba para escuchar su música. Cada una de estas selecciones está marcada por las sobresalientes descargas en la trompeta y el tres, apoyados en la línea percusiva en la cual la participación de Mario en las maracas y Bebeto en los claves es también notable. Jerónimo Ibarra, ‘Alemán´, no descuida tampoco su participación en los bongoes y de nuevo nos da muestra de tremendas descargas en “La ruñidera” y “Cachita”. Para este disco Los Jubilados invitaron al trompetista más importante de Santiago, Carlos Thomas Brown, solista de la Banda Municipal de Santiago, donde Compay Segundo empezó su carrera musical. Tiene una capacidad notable de captar el sentimiento de cada selección: desde la energía frenética de Alto Songo a la entrada sentimental de Murmullo. Transmite con mucha claridad la pasión y el humor de los músicos que acompaña. Para el tresero, Rafael Lafarguez, mejor conocido como ‘Tangañica’, ésta resultó ser su última grabación. Falleció, inesperadamente, después de una embolia, dos meses después de dejar esta demostración de su gran talento. Su inteligencia y sensibilidad fueron claves para el grupo. Este disco está dedicado a la memoria de él. En 2001 aparece su tercer CD, No Tiene Telaraña,así titulado por el muy movido son que abre el disco. A pesar de ser una composición muy vieja del trovador santiaguero Rosendo Ruiz, habla muy claramente de Los Jubilados hoy en día: nueve músicos experimentados que presentan un repertorio añejo interpretado con gran frescura, energía y creatividad; limpio de polvo y telarañas que pudieran obstruir una música simplemente nostálgica. Con este su tercer CD, Los Jubilados encuentran una energía todavía mayor que en sus dos discos previos. Con la notable excepción de “Juramento’”, composición clásica de Miguel Matamoros, no hay boleros en esta producción; el énfasis está en esta música que invita a bailar, a olvidarse de los pormenores estresantes de la vida cotidiana, y adentrarse en el regocijo. Entre los números muy movidos se encuentra la guaracha “Pare cochero”, misma que incluye una improvisación sonera de Bebeto, y tres guaguancós, el género que sale de la rumba tradicional para tomar su lugar en la pista de baile sonera. Entre los temas más conocidos se encuentra el gran pregón son, himno a la vida callejera de Santiago de Cuba, “Harina de maíz”; y entre las composiciones del propio grupo está “Mi son santiaguero”, del fallecido tresero Rafael Lafarguez ‘Tangañica’, Actualmente el tresero es Fidel Lino Pérez Massó, músico muy conocido en la Casa de la Trova de Santiago de Cuba; el trompetista, quien se integró al grupo desde el segundo CD, es el virtuoso solista santiaguero Carlos Thomas Brown. Los percusionistas son ya bien conocidos, pues han estado en las dos giras anteriores: Gerónimo Ibarra en los bongoes y Jesús Estrada en la tumbadora. El guitarrista es otro veterano del grupo, Jorge Ribeaux, igual que el cantante que comparte las primeras voces con Mario y Bebeto: Hermelino Visset. El bajista Luis La Rosa, quien cuida su instrumento como a su vida, ha estado con Los Jubilados desde sus inicios, y son sus palabras, comentadas a un periodista mexicano durante la gira anterior, las que captan el espíritu de estos entrañables veteranos: “Los Jubilados lo único que ofrecemos es música buena que busca ser más buena cada día para que quien la escuche se sienta bien. Nuestra aspiración es sólo eso: ser cada día mejores y hacer cada vez mejor música.”